Los servicios de emergencia seguían buscando el domingo víctimas del sismo del viernes que dejó al menos mil 700 muertos en Birmania y se sintió hasta Bangkok, donde murieron 18 personas.
A pesar de la llegada gradual de la ayuda internacional, el número de víctimas podría seguir aumentando en un país donde gran parte de la población vive junto a la falla Sagaing, donde se encuentran las placas india y euroasiática.
Desde el golpe de Estado de 2021, Birmania está sumida además en un conflicto civil que ha diezmado su sistema de salud.
El sismo del viernes al mediodía tuvo una magnitud de 7.7 y ocurrió a poca profundidad, lo que incrementó su impacto. Pocos minutos después fue seguido por un temblor de magnitud 6.7.
Según la junta militar birmana en su último balance hay mil 700 muertos, 3 mil 400 heridos y 300 desaparecidos.
En la ciudad de Mandalay, cercana al epicentro, una de las más afectadas, el terremoto provocó el derrumbe de edificios y puentes y provocó grietas en las carreteras.
El domingo hacia las 14:00 horas locales, otra réplica de magnitud 5.1 sacó de nuevo a la gente corriendo a las calles y paralizó temporalmente las tareas de rescate.
Los equipos de rescate birmanos y chinos seguían buscando signos de vida en un edificio de la ciudad parcialmente destruido donde 180 monjes estaban pasando un examen.
De momento se han encontrado 21 personas vivas y 13 muertas, según un funcionario.
“Quiero escuchar el sonido de su voz rezando”, dijo San Nwe Aye, la hermana de un monje desaparecido de 48 años, que espera noticias. “Todo el pueblo lo admiraba”.
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