- Su propuesta, publicada en la revista Nature Photonics, es lanzar incesantemente un impulso en forma de láser para “guiar” al rayo, en lugar de atraerlo simplemente, como hace la barra de metal.
Un equipo científico internacional anunció que logró por primera vez utilizar un láser para reconducir un rayo, en una montaña suiza.
Los rayos atmosféricos golpean el suelo terrestre entre 40 y 120 veces por segundo. Cada año matan a más de 4,000 personas y causan pérdidas económicas por valor de miles de millones de dólares.
La principal protección hasta ahora ha sido el pararrayos, una simple barra metálica acabada en punta e inventada por el científico estadounidense Benjamin Franklin en 1749.
El equipo, formado por expertos de seis instituciones distintas, ha estado trabajando en una alternativa durante años.
Su propuesta, publicada en la revista Nature Photonics, es lanzar incesantemente un impulso en forma de láser para “guiar” al rayo, en lugar de atraerlo simplemente, como hace la barra de metal.
“Queríamos ofrecer la primera demostración de que un láser puede influir en los rayos, y que lo más fácil es guiarlos”, explicó a la AFP Aurélien Houard, físico del Laboratorio de Óptica Aplicada de la Escuela Politécnica de París.
Houard es el autor principal de un proyecto que se fue desarrollando durante dos décadas junto a Jean-Pierre Wolf, del grupo de Física Aplica de la universidad de Ginebra, y con otros colaboradores.
El rayo es una descarga de electricidad estática acumulada entre dos nubes durante una tormenta, o entre esas nubes y la Tierra, mientras que el láser es una emisión inducida de radiación para generar un halo de luz.
Al emitir el láser hacia el cielo, el equipo de Houard y Wolf logran crear un plasma (aire cargado de iones y electrones) que es parcialmente conductivo y que “se convierte así en un camino preferencial para el rayo”, explica Houard.
Los científicos intentaron un test experimental en 2004 en Nueva México, que falló por errores en el láser, y porque era difícil calcular dónde iba a caer el rayo.
En la cima de la montaña Santis, a 2.500 metros de altitud (noreste de Suiza) los científicos hallaron la solución.
En ese lugar hay una torre de telecomunicaciones de 124 metros de altura que recibe en torno a cien rayos cada año.