Dos espacios clave del patrimonio jalisciense abren sus puertas a una de las tradiciones más simbólicas de la Semana Santa: los Altares de Dolores. A través de una colaboración entre la Secretaría de Cultura de Jalisco y el OPD Museos, Exposiciones y Galerías (MEG), los museos de las Artes Populares y Regional de la Cerámica montan sendas instalaciones que reviven los rituales del Viernes de Dolores.
Las exhibiciones, conocidas también como incendios, estarán disponibles al público de forma gratuita hasta el 20 de abril, combinando arte, religiosidad popular y memoria colectiva.
En el Museo de las Artes Populares, ubicado en San Felipe #211, en el Centro de Guadalajara, el altar fue concebido como una obra colaborativa entre el ceramista Saúl Soto, el maestro del metal repujado Ezequiel Barba y la carpintera Ana Lilia Mora. La instalación incluye piezas de las coleccionistas Teresa Falcón y Consuelo Camberos, quienes aportaron elementos tradicionales cargados de simbolismo.
Leticias, truenos de Venus, naciditos y flores que no requieren agua integran la estética del montaje, evocando la inmortalidad y la resurrección. El altar puede visitarse de martes a sábado, de 11:00 a 17:00 horas.
En el caso de Tlaquepaque, el Museo Regional de la Cerámica —ubicado en Independencia #237, zona Centro— presenta un altar curado por el gestor cultural Jorge Ortega, en colaboración con el historiador Francisco Larios, la artesana Karla Sahagún y el Consejo de Crónica local. La pieza central es una Virgen Dolorosa firmada por el reconocido artesano Pepe Hernández.
Esta muestra estará abierta de martes a domingo en el mismo horario: de 11:00 a 17:00 horas.
Una tradición con raíz en los hogares
El montaje de los Altares de Dolores se remonta al viernes anterior al Domingo de Ramos, en recuerdo del sufrimiento de la Virgen María ante la pasión de Cristo. En Jalisco, esta práctica ha encontrado cobijo tanto en casas particulares como en espacios públicos.
La experiencia también incluye un gesto ritual: quienes visitan los altares suelen preguntar “¿Ya lloró la Virgen?”, recibiendo a cambio agua de limón con chía —que representa el amargor de la Pasión— o jamaica, símbolo de la sangre de Cristo, además de las tradicionales empanadas de vigilia.
Con estas exposiciones, los museos no solo ofrecen un viaje por las tradiciones religiosas, sino que invitan al diálogo entre arte, fe y comunidad.
