- Treintaiún años después de una de las mayores tragedias en la historia de Jalisco, el 22 de abril continúa siendo una fecha muy relevante para los tapatíos; muchos habitantes aún no comprenden qué ocasionó las explosiones.
Se dice que fueron más de diez explosiones aquel trágico miércoles 22 de abril de 1992, poco después de las 10:00 horas en el barrio de Analco, perteneciente a la zona oriente de Guadalajara.
El exceso de hidrocarburos en el drenaje ocasionaron que explotara el conector intermedio del subsuelo y aunque los reportes de autoridades, medios de comunicación e instituciones varías, se calcula que fueron afectados ocho kilómetros de calles, mil 142 viviendas, 450 comercios, 100 centros escolares y 600 vehículos de las colonias Atlas, San Carlos y Las Conchas.
Respecto a las víctimas, se estima que fallecieron 212 personas, desaparecieron 69 y mil 800 resultaron lesionados.
La catástrofe quedó marcada por la negligencia, debido a que el domingo 19 de abril, vecinos de la calle Gante reportaron al ayuntamiento un fuerte olor a gasolina y al día siguiente, personal del SIAPA (Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado) y bomberos municipales recibieron y atendieron las mismas denuncias.
El 21 de abril, un reporte del SIAPA determinó que el agua contenía una capa aceitosa que parecía gasolina y los análisis se enviaron a la Ciudad de México, de acuerdo con declaraciones realizadas después de la tragedia por el entonces presidente municipal de Guadalajara, Enrique Dau Flores.
Sin embargo, ingenieros de Pemex desestimaron este reporte, asegurando que el color del agua demostraba que no podía tratarse de gasolina.
El entonces Jefe de bomberos, el mayor Trinidad López Rivas, presenció las muestras de agua y describió que el agua estaba “turbia y jabonosa” y que no olía a drenaje, sino a algún hidrocarburo que no era visible.
Tras labores de limpieza que concluyeron a las tres de la madrugada del miércoles 22 de abril, el jefe de bomberos informó al presidente municipal que había “cero explosividad en los conectores”.
El personal de Pemex responsabilizó a una empresa aceitera como la causante de contaminar el líquido, sin embargo, López Rivas reviró dicha hipótesis, y tras las revisiones de SIAPA terminó por descartarse.
Expertos como los ingenieros Clemente y Gustavo Valdez, quienes se encontraban en las calles Analco y Gante, confirmaron que había una fuga de gasolina, pero descartaron que proviniera de la planta de recepción de Pemex en La Nogalera.
Gualberto Limón, quien fungió como director del SIAPA en aquel entonces, declaró años después que las muestras analizadas en la capital del país confirmaron que el agua analizada contenía gasolina.
Los cadáveres fueron acumulados en la fosa de clavados del CODE y ante el riesgo de más explosiones, vecinos de Analco y zonas cercanas entraron en pánico.
Aunque el Presidente Carlos Salinas de Gortari exigió una explicación, los resultados de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) tampoco fueron del todo claros:
Era gasolina en estado gaseoso, la cual se esparció tras una fuga en la planta 18 de Marzo -que se encuentra en lo más alto del colector- e ingresó a la red de drenajes por una tubería de descarga localizada bajo el poliducto, y este proceso pudo durar varios meses, e incluso años. La apertura de las alcantarillas oxigenó el ducto y completó la mezcla de hidrocarburos con aire, la cual provocó las explosiones.
Se responsabilizó a la empresa San Pablo, encargada del desarrollo habitacional del Álamo Industrial, de colocar la tubería junto al poliducto de Pemex.
Las labores de peritaje continuaron durante 21 meses y tras revisar 60 alcantarillas de la zona dañada y especialmente en la colonia Álamo industrial, se detectó la existencia de dos fugas de gasolina,
“Las explosiones en el drenaje de la ciudad de Guadalajara fueron causadas por la acumulación de hidrocarburos y solventes provenientes, principalmente, de la zona industrial con aportaciones de talleres mecánicos y pequeñas industrias próximas al colector Intermedio Oriente; sin la presencia de gasolina Nova, pues no se detectó en las muestras tomadas el 21 de abril”, determinó el Gobierno Federal.
“Dicha acumulación se provocó por la modificación de los colectores para la construcción de la línea 2 del tren ligero. De tal suerte que la gasolina localizada fue consecuencia y no causa de las explosiones, añadieron las autoridades federales.
Al respecto, expertos y autoridades locales coincidieron en que esta conclusión fue condescendiente con Pemex, subrayando que la actitud del personal de la petrolera nacional estuvo indispuesta para coordinarse.
Vecinos y testigos aseguran que durante el 21 de abril hubo una inusual movilización de camiones cisterna en las inmediaciones de las instalaciones de Pemex, hecho que no se integró al reporte federal, presuntamente para extraer gasolina de manera ilegal.
El entonces gobernador Guillermo Cosío Vidaurri pidió licencia días después de la explosión, al igual que Dau Flores, quien detenido y pasó dos años en prisión.
En 2002, un reportaje de Público Milenio encabezado “una falla de bombeo provocó las explosiones” señaló que “los operadores de Pemex sabían que tenían un gran problema; se registraba un derrame gigantesco alrededor de la planta en la mañana del 21 de abril” […] “la protección catódica que debía proteger a los ductos de la corrosión por medio de la inducción de corriente eléctrica no funcionaba correctamente desde años atrás”.
La evidencia de corrupción dentro de Pemex continúa siendo indirecta y circunstancial, principalmente por el comportamiento no colaborativo del personal previo a la explosión.
CON INFORMACIÓN DE MILENIO, EL COLEGIO DE JALISCO Y EL LIBRO “LA POLÍTICA DETRÁS DE LA EXPLOSIÓN: EL 22 DE ABRIL DE 1992”.
