Dejar todo. Renunciar al amor, vender el auto, cerrar la mueblería, despedirse de la familia, del hogar, de la Perla Tapatía e ir a escalar las montañas más grandes del mundo. Es esta es la decisión que tomó David Casillas poco antes de cumplir los 30 años.
Hoy, a casi un año de iniciar esta aventura, ha escalado ya 14 de las montañas más complejas de Ecuador en la primera parte de un recorrido que busca conquistar la Cordillera de los Andes abordo de “La Chingona”.
“La idea principal es moverme de una montaña a otra en la misma bicicleta llegando a los puntos de control o entradas de los parques nacionales, ahí la dejo y hago el ascenso o la escalada a pie y con equipo y con todo. Desciendo, vuelvo a tomar la bicicleta y continúo”.
Un reto con la casa a cuestas
El cicloalpinismo es la versión más completa del ciclismo de montaña, e implica una autonomía total, cargando todo el equipo necesario y realizando ascensos y descensos por zonas no convencionales, zonas por las que que muy probablemente nunca ha pasado nadie.
Desde aquella vez cuando a los 11 años su madre lo llevó a la peregrinación de la Virgen de Talpa, David no ha dejado de andar. A los 24, después de su paso por la segunda división profesional de fútbol, guiaba personas por el Nevado de Colima, un coloso al que también conoce desde pequeño.
Cada vez se fue tomando la montaña (como se refiere él a esta práctica que lo apasiona) más enserio, hasta que papel en mano, se sentó a trazar un plan:
“Pasaron catorce meses de cuando lo escribí, lo decidí, empecé a ahorrar y a hacer todo, el objetivo era venirme antes de los 30 años, y sí, me vine un mes antes de cumplir 30 años, me vine todavía con 29, así fue como se dio todo y lo pude ejecutar.”
De esta manera, David festejó su cumpleaños número 30 ascendiendo el volcán Carihuarizo, situado en la Cordillera Occidental de los Andes con picos de más de 5 mil metros. Y como todas las cumbres que ha escalado en su recorrido, la hizo en solitario, sin guías ni operadores, pero siempre con la seguridad que le da un escrupuloso trabajo de investigación previa.
“Este es un plan de tantos, a lo mejor no se alcanza a ver claramente pero son todas las anotaciones (…) los dibujo obviamente ayudado del celular, del GPS y los voy descargando, pero ya en alta montaña o en esta ruta que fueron tres días seguidos sin parar, la batería se te acaba al segundo día”, comenta enseñando a la cámara web un papel trazado a mano, que parece un mapa un tanto maltratado, evidencia sin duda de las vicisitudes del camino.
Y agrega: “Todo el trabajo previo de investigación es muy importante porque tengo que tener bien planeado en el mapa mental dónde estoy, qué lugares tengo que encontrar, si voy en una dirección contraria a la que pensaba (…) el clima, las rutas, contactos, señales, si hay lugar para acampar, todo eso lo estructuro luego ya lo empiezo a ejecutar pero siempre con la flexibilidad que algo puede cambiar”.
Un camino más difícil de lo esperado
Por más metódica que sea la planeación, el camino no ha sido en absoluto fácil, pues ha requerido sacrificios que nunca llegó a imaginar. Fue en el segundo mes de su viaje cuando David sintió el peso de las dudas sobre la decisión que había tomado.
“Me daba insomnio, incluso yo llegué a llorar con mucho sentimiento en las noches. Decía, ¿Realmente los sueños y todo eso llevan este tipo de sacrificios? ¿O yo me equivoqué? No sabía si era algo que tenía que sacrificar todo esto, o simplemente me había equivocado”, explica.
La fuerza para seguir adelante la encontró, además de en su familia y sus amigos, que lo apoyaron en todo momento de diversas formas, en figuras que le han inspirado desde pequeño y que han puesto el nombre de Guadalajara y de México muy en alto.
“En Jalisco tenemos muchísimos ejemplos, hablando desde el Canelo, Alexa Grasso, Chicharito, Memo Ochoa que también es de guadalajara, y un sinfín de deportistas de Jalisco y de Guadalajara que creo que a final de cuentas también pensar en ellos y decir ellos vienen de los mismos barrios que yo, de las mismas ciudades que yo, del mismo círculo casi que yo, entonces si realmente uno quiere hacer algo grande de este tipo supongo que ellos también debieron de sacrificar muchas cosas”, cuenta emocionado.
“Entonces dije, si realmente es un gran sueño también debe haber gran sacrificio”, sentencia.
Quitarse el miedo
David sólo invirtió la pregunta para quitarse el miedo. Aunque no es tan fácil como suena.
“No me gustaría que se escuche trivial”, aclara antes de desarrollar su idea. “Usar el miedo a tu favor no es complicado, simplemente es cambiar la pregunta. Yo me dejé de decir esque qué miedo irme para allá, y cuando pensé qué miedo no cumplir mis sueños y ahí es donde giras el tablero, ahí cambió todo. Qué miedo no llegar a la cumbre, qué miedo no llegar a la Patagonia, qué miedo no lograr esto, ¿Sabes? es simplemente cambiar la estructura de la pregunta en tu cerebro y van a cambiar muchas cosas.
Así, por las cuestas más inclinadas, por los caminos más difíciles, el jalisciense está a punto de cruzar la frontera con Perú para comenzar el recorrido por la Cordillera Blanca, una cadena montañosa que se extiende por más de 16 mil kilómetros cuadrados, con picos que superan los 6 mil metros de altura sobre el nivel del mar y que seguramente supondrán un gran reto para David, que busca con su ejemplo inspirar a los jóvenes tal como otros grandes que le anteceden lo han inspirado a él.
“Realmente lo que tienes en la cabeza sí lo puedes llevar a la realidad, con preparación, con disciplina, con trabajo, con investigación, con experiencias previas, con ayuda de amigos, con muchos factores que a final de cuentas puedes materializarlo”, apunta mientras se prepara para dejar el sitio en el que pernoctó durante los últimos días para ir en busca de lo que quizás otros ojos no han visto nunca.
Por Alberto Montoya Ruiz