- La exposición toma el nombre del concepto Adhiṭṭhāna, que significa la firme determinación.
- Para Zimé el arte es un medio de comunicación con ella misma.
La artista multidisciplinaria Sofía Gz, también conocida como Zimé, presenta su primera exposición en solitario “Adhiṭṭhāna ” en Jardín Estudio. En esta entrevista conoceremos un poco sobre su visión artística y diversas facetas, pues además de la pintura, ha destacado en el street art y la joyería, esta última con el seudónimo Satín Ultra.
Para la muestra toma el nombre de un retiro de meditación Vipassana que cursó en Valle de Bravo en el que aprendió, a través de diez días de silencio, el significado de este concepto: la firme determinación. Cuenta que esta exposición se ha estado planeando desde hace mucho tiempo con piezas producidas desde 2014 hasta este año.
Hay tanto pintura como escultura con los paisajes oníricos que la caracterizan. Para ella, la selección de obras es un tipo de diario personal; aunque casi todas son abstractas, hay cierto resultado de autorretrato con colores y formas similares.
¿Cómo fue tu acercamiento al arte?
Siempre estuve involucrada y rodeada de artistas, desde el street art, las exposiciones o el arte de mi mamá porque siempre ha pintado. Esa ha sido mi vida. Ahora me doy cuenta de que muchas personas que conocí en otras circunstancias al final también se dedican al arte o tienen que ver con el arte.
Involucrarme tuvo que ver con aceptarme como era y hacer lo mejor que puedo para vivir. Encuentro en la pintura un puente para contactar con el inconsciente. Por otra parte, la meditación está en todo lo que hago, es como una guía, la base de todo.
El arte siempre ha estado conmigo, es mi medio de comunicación conmigo misma y los símbolos que habitan en mi realidad y se pueden descargar de otros planes. Siempre se ha mantenido así, por eso hasta ahora es mi primera exposición individual porque la pintura tiene un interés más allá, las obras quieren ser plasmadas. Nacen de eso, desde la libertad y por eso pretenden ser libres.
¿Cómo te iniciaste en el street art?
Desde chica me juntaba con los que iban a pintar y de repente lo llegué a hacer. A lo mejor sentía que era más difícil de lo que realmente es, pero no siempre podía hacerlo porque no encontraba el momento de salir a pintar. Fue en 2018 durante un viaje que me dieron una pared y pinturas. Después de eso seguí viajando y fue como empecé a sentir que podría hacer mis cosas.
Entonces llegué a una playa a Oaxaca y ahí pinté murales que fueron muy gratificantes. Llegué a San Cristóbal, en ese momento estaba muy involucrada con la joyería y entré a un taller de un maestro joyero muy importante en México y al mismo tiempo pude pintar, lo que volvía la división de personalidades creativas.
Ahí estaba esa dualidad porque la pintura era libertad absoluta, mucha estimulación en todos los sentidos y una conexión distinta, mientras que la joyería era toda estructura. Después comencé a experimentar con aerosoles y pintar en formatos más grandes.
Cuando volví a Guadalajara seguí pintando. Pintar en la calle me permite sensaciones muy fuertes, es una manera de transformarlas. Para mí es como un regalo, como una pieza en la calle, una pieza original, una forma de darle al espacio una combinación de colores nueva.
Creo que a raíz de la psicología también puedo dar algo de armonía con la combinación de colores o ciertas paletas. La mayoría de las piezas han sido intuitivas. Todo, desde salir de mi casa con la mochila, a ver a donde voy a ir, como seguir algo que me haga detenerme en una esquina para respirar y llegar al punto, a la casa o pared y darle algo al lugar que de alguna forma me está requiriendo.
¿Dirías que tu arte habla sobre ti?
Habla sobre mí y la forma que he encontrado de sacarle mayor experiencia a la vida. Es un viaje personal en el que voy pensando desde todos los puntos de vista. Mis cuestionamientos son: cómo tal cosa representa algo en mi realidad o cómo podría yo mejorar, cambiar o trascender de alguna forma a partir de mis meditaciones.
Creo que a través de las pinturas obtengo información desde el inconsciente, que de alguna manera me da símbolos que se plasman en pintura. Este interés se dio al mismo tiempo que mi acercamiento a la piscología, pues estoy en la búsqueda de evolución de mi propia mente.
¿Qué es meditar para ti?
Volver al centro, estar atenta a la armonía que constantemente sucede. En un sentido práctico se manifiesta en todo lo que hago, hasta cocinar. Puede ser una meditación activa, así como pintar, sentarte a pintar por horas ya es meditativo y requiere de Adhiṭṭhāna, pues está la firme determinación de que voy a concluir la obra.
Las formas en mi trabajo son mi forma de plasmar lo que para mí sería el fluir. Como un poco de serpientes o como lombrices. Siempre he tenido una inclinación por los bichos.
¿Cómo incorporas la meditación en tu proceso creativo?
La meditación está en todo momento, es como una guía, la base de todo lo que hago. Creo que en el silencio se pueden encontrar sutiles señales que indican a dónde y cómo moverte de la mejor forma y con menos esfuerzos, a través de movimientos precisos.
¿Tu interés en la biología se refleja en tu obra?
Creo que más bien es observación. Está en todo el proceso de la naturaleza, las plantas. Me interesan las formas naturales, el contacto con la tierra, la vida natural. Está la labor de encontrar formas que se parecen a algo real. Imágenes que están en otra parte de mi mente.
Cuando entras en una meditación o al inconsciente estás en contacto con eso que la mente racional no puede procesar en palabras o en imágenes. Es una forma de buscar explicación a aquello que no se puede describir. Conectar con lo que está detrás de la habitación, pero todo el tiempo hay algo que está sucediendo.
¿Cómo es tu proceso creativo en cada una de tus disciplinas?
El proceso es totalmente diferente, sobre todo porque ahora están divididos mis espacios de creación. Aprendí a querer la separación porque siempre en mi vida real había una parte muy libre, pero también otra que la tenía que pagar. Esta parte más estructurada era la que tenía trabajos socialmente aceptados, mientras que a la otra le gustaba pintar en la calle, acampar, ser más libre.
De alguna manera se anteponían porque sería raro ir a grafitear en la noche e ir a la oficina en la mañana. A mis personalidades les gustan diferentes cosas. Zimé representa el underground, el arte, la bohemia. Es más intuitiva porque la otra requiere más estructura mental, es como la empresa.
Por otra parte, la escultura me ayudó a entender la pintura. Me da sentido de espacialidad. Estoy en exploración de distintos materiales como cerámica, cera y papel maché. La escultura dialoga con la joyería, estas formas están en la libertad, pero también dependen del material para que tomen forma.
¿Tu arte siempre ha sido abstracto?
En retrospectiva me doy cuenta de que sí. Supongo que todos empezamos con el figurativo, pero tuve mucha influencia del surrealismo, entonces al final me fui perfilando más por el abstraccionismo. Con la organización de esta exposición estuve revisando piezas y noté que las que yo dejé ir se parecen más a las de hoy y las que conservé eran las que, según yo, podían figurar más o estar más afín a la institución del arte.
¿cuáles son los temas que abordas en tus pinturas
No me quiero encasillar, pero hasta ahora son: cómo ser mujer ahora, como una yo, con todas estas características y las herramientas; qué tanto puedo transformar de mi realidad; cuántas posibilidades hay… Son tal vez una forma de cuestionamientos, de intuición, de seguir tu movimiento.
También hay referencia a las frutas. Cuando como fresas tengo una sensación sutil de que dan algo de su energía, pero esto depende de cada fruta. Creo que es una forma delicada de cambiar los escenarios y abrir multiversos.
¿Tienes planes próximos en cuanto al arte?
Me gustaría hacer escultura y pintura de mayor formato.