- Se han registrado hasta 185 réplicas, además de las dos sacudidas principales: una de 7.8 en medio de la noche y la otra de magnitud 7.5 al mediodía.
Los equipos de rescate en Turquía y el norte de Siria luchan contra el reloj y el frío para buscar entre los escombros a supervivientes del violento sismo del lunes, cuyo balance ya superó los 6,000 muertos.
La ayuda internacional debe empezar a llegar este martes a las zonas castigadas por el terremoto y sus réplicas. La primera sacudida, en la madrugada del lunes, alcanzó una magnitud 7.8 y se sintió hasta en Líbano, Chipre y el norte de Irak.
En Turquía, el número de muertos se elevó a 4,544, según el último balance de la Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias. El vicepresidente Fuat Oktay dijo que había más de 20,534 heridos.
En Siria, al menos 1,712 personas fallecieron y más de 3,640 resultaron heridas, según los balances de las autoridades de Damasco y de los equipos de rescate de las zonas rebeldes.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, decretó el estado de emergencia por un periodo de tres meses en las diez provincias del sureste azotadas por el sismo.
Con base a los mapas de la zona afectada, una responsable de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Adelheid Marschang, indicó que “23 millones de personas están expuestas” a las consecuencias del terremoto, “incluyendo cinco millones de personas vulnerables“.
“Es una carrera contra el reloj”, advirtió el director general de la institución, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
A veces con las manos desnudas, los socorristas continuaron la dramática búsqueda de supervivientes durante la noche, desafiando el frío, la lluvia o la nieve y el riesgo de nuevos derrumbes.
En Jindires, un localidad siria en la frontera con Turquía, una recién nacida, todavía con el cordón umbilical unido a su madre fallecida, fue hallada viva entre los cascotes de un edificio.
Más al sur, en Alepo, Mahmud al Ali espera junto a un edificio destruido. “Mi suegra, mi suegro y dos de sus hijos (están atrapados)”, dice. “Estamos aquí sentados, en el frío y la lluvia, esperando que los socorristas empiecen a excavar”.
En Hatay, en el sur de Turquía, rescataron con vida a una niña de 7 años que había quedado bloqueada bajo una montaña de escombros. “¿Dónde está mi madre?”, dijo la pequeña, con su pijama rosa manchado de polvo, en brazos de un socorrista.
El futbolista ghanés Christian Atsu, exjugador del Málaga y del Chelsea y que fichó en septiembre por el Hatayspor, fue encontrado vivo entre las restos de un inmueble.
Los balances a un lado y otro de la frontera no dejan de aumentar y, teniendo en cuenta la magnitud de la destrucción, pueden seguir la misma tendencia.
Solo en Turquía, las autoridades contabilizaron casi 5,000 inmuebles derrumbados.
Además, la caída radical de las temperaturas conlleva un riesgo suplementario de hipotermia para los heridos y las personas atrapadas en los escombros.
Durante el lunes se registraron hasta 185 réplicas, además de las dos sacudidas principales: una de 7.8 en medio de la noche y la otra de magnitud 7.5 al mediodía.
Las réplicas continuaron durante la madrugada del martes. La más fuerte, de magnitud 5,5, ocurrió a las 6:13 a. m. locales a 9 km al sureste de Gölbasi (sur de Turquía).
Las autoridades turcas habilitaron gimnasios, escuelas y mezquitas para albergar a los supervivientes. Pero por temor a nuevos sismos, muchos habitantes prefirieron pasar la noche al raso.
“Todo el mundo tiene miedo“, aseguraba en Sanliurfa (sureste de Turquía) Mustafa Koyuncu, un hombre de 55 años que pasó la noche con su mujer y sus cinco niños en el coche familiar.
Es el terremoto más importante en Turquía desde el ocurrido el 17 de agosto de 1999, que causó la muerte a 17,000 personas.